Me he pasado casi un año entero preparando mi boda. Quería que fuese un día especial, diferente, que fuera recordado mucho tiempo... Para mi, desde luego lo fue. Durante meses he estado mirando miles de páginas para inspirarme sobre el tipo de boda que quería, el tipo de vestido que me gustaba más, los adornos que pondría... han sido tantas cosas que se me ha pasado el año en un abrir y cerrar de ojos.
Me ha gustado, lo reconozco; hay una parte de mi que echa de menos las noches hasta las tantas buscando fotos en miles de blogs, adornos diy en pinterest o vestidos en las páginas de los diseñadores... creo que en otra vida podría dedicare a organizar bodas, he descubierto que me encanta.
Una parte muy importante de este día era esa princesita que véis a mis pies, que tenía que ir tanto o más guapa que la novia (todo el mundo la eligió a ella, cosa que me alegra enormemente), así que la búsqueda y captura de un vestido adecuado y a la vez diferente para ella era otro valor añadido a los preparativos...
Y llegó el día... el gran día. Madrugón para ir a la peluquería, y la niña que no se despierta. Que si llego tarde a casa y el señor del vídeo ya está esperando; que vaya emoción toda esa gente mirándome cuando bajo del coche... En fin, un montón de cosas que se agolpan en tu cabeza y que pasan tan rápido que cuando te das cuenta ya se ha pasado el día.
Y hoy, cuando ya ha pasado un mes, y casi ni me he enterado... es cuando empiezo a mirar todas las fotos que quedaron plasmadas de ese día, que al fin y al cabo es el recuerdo que te va a quedar para siempre en el tiempo. Ya tenía ganas de verlas detenidamente, y de manejarlas a mi antojo. Puede llevarme mucho tiempo, lo sé, pero qué ganas de hacerlo!!
Desde aquí gracias a todos los que nos acompañaron en ese día tan bonito, familiares y amigos; ellos nos acompañan en el corazón, y ¡¡qué vivan los novios!!
martes, 11 de septiembre de 2012
The big day
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